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El beneficio de bostezar para el oído y el tímpano

  • Foto del escritor: Juanma de Casas
    Juanma de Casas
  • 18 oct
  • 2 Min. de lectura
Hombre bostezando

Bostezar no es solo un gesto social incómodo en reuniones aburridas; tiene efectos sorprendentes para nuestros oídos. Al abrir la boca de golpe, el bostezo activa la trompa de Eustaquio, ese pequeño canal que conecta el oído medio con la parte trasera de la garganta. Su misión: equilibrar la presión entre el oído medio y el ambiente.


Cuando viajamos en avión o subimos a la montaña, esa sensación de “oído tapado” es culpa de la diferencia de presión. Aquí es donde el bostezo se convierte en héroe silencioso: al expandirse el canal, el tímpano se libera de tensión y podemos volver a escuchar sin distorsión. Incluso los músicos lo agradecerían; un oído con presión equilibrada percibe matices sutiles y microdetalles que un oído taponado simplemente ignora.


Algunas personas pueden bostezar hasta 10 veces seguidas para equilibrar oídos muy congestionados. Los audiólogos llaman a esto “bostezo terapéutico”, y funciona casi como un ritual de mantenimiento auditivo. Tu cerebro y tus músculos están calibrando la presión de forma precisa, como si ajustaras un micrófono interno, listo para captar hasta el más mínimo matiz.


Pero hay más. El bostezo también moviliza los músculos tensor y estapedio, situados alrededor del oído medio. Estos músculos actúan como un “amortiguador natural”, protegiendo el oído de ruidos intensos repentinos, desde un golpe de percusión hasta un bajo aplastante en un concierto de rock. En estudios de grabación, ingenieros experimentados aseguran que un bostezo justo antes de una escucha crítica ayuda a que los oídos “reseteen” y perciban mejor las frecuencias extremas, desde graves profundos hasta agudos brillantes.


Y, por si fuera poco, el bostezo tiene un curioso efecto neurológico: activa regiones del cerebro ligadas a la vigilia y la alerta, mejorando la percepción auditiva justo cuando más lo necesitas. Algunos estudios incluso sugieren que el bostezo es “contagioso” porque sincroniza parcialmente la actividad cerebral entre las personas, algo que músicos de orquesta podrían aprovechar para afinar la escucha colectiva antes de un pasaje delicado o complejo.


Así que la próxima vez que bosteces durante una sesión de mezcla o en pleno ensayo, no te sientas culpable. Tu cuerpo está haciendo un ajuste fino del oído, liberando presión, protegiendo tu tímpano y afinando tu percepción auditiva. Todo mientras parece que solo estás diciendo: “estoy aburrido”.


Juan Tarteso apoya este artículo

 
 

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