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El efecto McGurk

  • Foto del escritor: Juanma de Casas
    Juanma de Casas
  • 20 jun
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 18 oct

El efecto McGurk

Imagina que estás viendo un vídeo: alguien mueve los labios con total convencimiento como si dijera “ga”, pero lo que escuchas por tus auriculares es “ba”. Sorprendentemente, tu cerebro podría decidir que el sonido que estás recibiendo es… “da”. No, no es un fallo de tus altavoces ni un truco de edición: estás frente al famoso efecto McGurk, uno de esos fenómenos que ponen de manifiesto lo juguetón y caprichoso que puede ser nuestro cerebro.


Descubierto por los psicólogos Harry McGurk y John MacDonald en 1976, este efecto demuestra que el oído no siempre manda solo. Nuestro cerebro no se conforma con recibir información de forma aislada; mezcla los datos visuales y auditivos para construir una percepción coherente del mundo. En otras palabras, lo que vemos puede cambiar lo que creemos que estamos escuchando. Y sí, en audio esto es tan fascinante como inquietante.


Para un ingeniero de sonido, esto tiene implicaciones divertidas y prácticas. Por ejemplo, la claridad de la dicción en un vídeo o en una producción audiovisual no depende únicamente de la calidad del micro o del tratamiento acústico: nuestros ojos son cómplices del sonido. Un “b” mal proyectado puede sonar diferente según lo que muestre el movimiento de los labios. De hecho, hay estudios que sugieren que hasta el doblaje y la sincronización labial en cine y videojuegos explotan, a veces sin saberlo, este efecto para que la percepción del diálogo sea más natural.


El efecto McGurk también nos recuerda lo relativo de la realidad sensorial. Nuestra mente busca sentido y, cuando los sentidos no coinciden, inventa algo que encaje. Es como un filtro automático de Photoshop aplicado a la percepción: combina señales para producir un resultado “más plausible”, aunque sea falso. Por eso, los experimentos clásicos del McGurk muestran combinaciones de sonidos y movimientos labiales que producen respuestas auditivas sorprendentemente uniformes entre personas distintas, incluso cuando se les engaña de manera evidente.


Curiosamente, este efecto no es igual para todos: factores como la edad, la experiencia con ciertos idiomas o incluso la exposición a pantallas pueden modularlo. Y sí, hay quienes son inmunes y escuchan el “ba” aunque vean un “ga” en los labios. Para los técnicos de sonido obsesionados con la precisión, esto es un recordatorio de que la percepción es tan compleja como el propio espectro audible: no basta con reproducir ondas limpias; la interpretación humana tiene la última palabra.


En definitiva, el efecto McGurk es una invitación a mirar y escuchar de manera conjunta, a reconocer que la percepción del sonido es un fenómeno multisensorial y, sobre todo, a disfrutar de la mente humana jugando con lo que creemos saber. Así que la próxima vez que un doblaje o un videoclip te confunda, no te preocupes: tu cerebro solo está haciendo su trabajo… y de paso, un poco de magia auditiva.

Pepito Pérez apoya este artículo

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