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La sensación estéreo bajo el agua

  • Foto del escritor: Juanma de Casas
    Juanma de Casas
  • 18 oct
  • 2 Min. de lectura
Ballena con cascos: la sensación estéreo bajo el agua

Escuchar música bajo el agua no es solo cuestión de sumergir los auriculares y apretar play. La física se pone de nuestra parte… y en contra. Lo que percibimos como estéreo en tierra firme desaparece prácticamente en cuanto nos zambullimos.


El primer motivo es que el sonido viaja más rápido en el agua que en el aire: alrededor de 1.480 m/s frente a los 343 m/s del aire. Esto altera nuestra capacidad natural de localizar fuentes sonoras. En tierra, el cerebro compara el tiempo y la intensidad con que un sonido llega a cada oído para determinar su dirección. Bajo el agua, esa referencia se distorsiona; los sonidos parecen llegar “de todas partes a la vez” o incluso desde direcciones imposibles.

Además, el oído externo queda prácticamente anulado, y la transmisión ocurre por vibración ósea: el cráneo se convierte en un altavoz interno que lleva las ondas directamente al oído interno. Por eso, escuchar un instrumento o una voz bajo el agua es una experiencia diferente: más difusa, monofónica y con una sensación de cuerpo extraño que muchos describen como “música fantasmal”.


Para los profesionales que quieren grabar sonido submarino en estéreo, se utilizan técnicas especializadas. Se colocan hidrófonos espaciales en pares o arrays separados por varios metros, a veces dentro de balones o cápsulas grandes, que permiten protegerlos de la presión y controlar la direccionalidad. Esto ayuda a recrear la diferencia de tiempo e intensidad entre canales que nuestro cerebro usa para percibir la espacialidad. Además, el procesamiento digital posterior —ajustes de fase, ecualización y corrección de retrasos— permite que el resultado final tenga sentido para quien lo escucha fuera del agua.


Curiosamente, esto no significa que el sonido bajo el agua sea menos fascinante; de hecho, algunos científicos y músicos lo exploran como un paisaje sonoro único. Ballenas, delfines y otros cetáceos aprovechan precisamente estas propiedades para comunicarse a largas distancias, y los experimentos humanos buscan recrear esa sensación para instalaciones artísticas o meditativas.


En definitiva, el estéreo tal como lo conocemos es un lujo del aire. Bajo el agua, el sonido se vuelve una experiencia física, envolvente y líquida, donde lo que oímos depende tanto de nuestra anatomía como del medio que nos rodea.


Juan Tarteso apoya este artículo

 
 

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