¿Por qué ronronean los gatos y para qué?
- Juanma de Casas

- 23 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 18 oct

El ronroneo de un gato es uno de esos misterios cotidianos que parecen simples hasta que alguien lanza la pregunta incómoda: ¿a qué frecuencia vibra exactamente ese pequeño motor felino? Resulta que la respuesta está bastante medida: los gatos ronronean, en promedio, entre 25 y 150 hercios (Hz). Para hacerse una idea, estamos hablando del rango más grave de un bajo eléctrico o del zumbido lejano de una máquina en ralentí.
Pero lo realmente fascinante no es solo el dato técnico, sino el porqué. Porque sí, los gatos ronronean cuando están felices, relajados y acurrucados en el sofá… pero también lo hacen en situaciones de estrés, dolor o incluso al borde de la muerte. Un poco confuso, ¿no? Es como si alguien silbara la misma melodía tanto en una fiesta como en un funeral.
Los científicos llevan años devanándose los sesos con este comportamiento, y la teoría más aceptada hoy es que el ronroneo tiene un efecto terapéutico, tanto para el gato como —de rebote— para los humanos que lo escuchan. Esas vibraciones de baja frecuencia se asocian con la regeneración ósea y muscular, la reducción del dolor y la mejora de la cicatrización. Hay estudios que sugieren que las frecuencias entre 20 y 50 Hz favorecen la consolidación de los huesos, algo que en parte explicaría la sorprendente elasticidad y recuperación física de los felinos.
En otras palabras: tu gato no solo está sonando como un pequeño motor diésel porque está a gusto contigo, sino también porque quizá su propio cuerpo lo aprovecha como una especie de fisioterapia interna. Y aquí viene lo curioso: ¿quién no ha notado cómo ese ronroneo se contagia en forma de calma? Es como tener un dispositivo de relajación con patas, bigotes y una agenda secreta que nunca compartirá contigo.
Así que la próxima vez que tu gato ronronee sobre tu regazo, recuerda: estás escuchando una frecuencia que oscila entre el relax sonoro y la ingeniería natural de la reparación corporal. Puede que no lo haga para curarte a ti, pero el efecto placebo ya lo tienes garantizado.
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